El ingreso a un nuevo empleo por tener un diagnóstico de EII, teóricamente, no tiene que ser un obstáculo. Pues de serlo, se trataría de un caso típico de discriminación por razones de salud, aunque esa situación es un tanto difícil de probar. De poder hacerlo, se podrían inicar acciones legales civiles y/o penales contra el empleador.
El futuro empleado no estaría obligado frente al empleador a denunciar la enfermedad (la constitución dice que “nadie esta obligado a declarar contra si mismo” y “las acciones privadas de los hombres están solo reservadas a Dios”…)