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El estrés

En 1932, el Dr. Crohn, quien describió la enfermedad, pensó en un primer momento que se trataba de una enfermedad psicosomática, pero luego lo desestimó.

La EII no es una enfermedad psicosomática, pero el estrés, el nerviosismo y la irritabilidad influyen en su curso y evolución, haciendo que los síntomas puedan empeorar.

El intestino es el órgano que más sufre ante una situación de estrés. Es por eso que personas sanas ante problemas psicológicos aumentan los movimientos intestinales, incluso produciéndoles diarreas o espasmos. Lo mismo ocurre en un intestino con EII.

Según propias manifestaciones de pacientes con EII, un mismo factor de estrés, a veces produce alteraciones intestinales y otras no.

Las recaídas en la EII pueden ser desencadenadas por el estrés y la depresión, pero también pueden causar estrés y depresión al momento de padecerlas. Evidenciando así, que el factor psicológico no es la causa de la EII, pero sí uno influyente.

En pacientes con EII, los altibajos psicológicos pueden ser un impedimento tanto para salir de una recaída como para adquirir una adecuada calidad de vida.

El tratamiento de la EII debe contemplar los factores orgánicos/ físicos tanto como los psicológicos de modo interdisciplinario, ya que unos influyen sobre los otros, y así obtener más rápidamente la remisión de la enfermedad.

La cronicidad de la EII y las limitaciones que ocasiona en la vida diaria pueden ser por sí mismas, un factor muy estresante. Por otro lado, se ha comprobado que los tratamientos psicológicos tienen un efecto positivo en el bienestar emocional como así en la

actividad y curso de la enfermedad. Además, el estado de ánimo deprimido y la ansiedad son factores de riesgo para la aparición de recaídas. Es importante que en la práctica y selección de los tratamientos clínicos se incluyan los factores psicológicos.

Son muchas las situaciones estresantes a las que se ven sometidos los pacientes que padecen EII. Surgen problemas relacionados con:

  • El ámbito laboral (despidos, bajas laborales, dificultades para encontrar un empleo, etc.).
  • El ámbito escolar (períodos de ausentismo, falta de concentración, cansancio, etc.).
  • El malestar físico continuo y que no desaparece.
  • Las constantes visitas al hospital, los ingresos hospitalarios de mayor o menor duración.
  • La necesidad de pasar por procedimientos diagnósticos dolorosos, embarazosos y desagradables que pueden suponer una intromisión en la intimidad de la persona.
  • La pérdida de tiempo.
  • Problemas de tipo afectivo, emocionales, etc.

Todas estas situaciones estresantes pueden aumentar la reactividad fisiológica haciendo que los síntomas empeoren. En el curso de la enfermedad, ese deterioro, es por sí solo una fuente generadora de estrés.

La Enfermedad de Crohn, Colitis Ulcerosa y Colitis Indeterminada son llamadas en su conjunto Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)

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