Ejercicio
El ejercicio te brindará un espacio de dispersión, recarga de energía, una mejora en el manejo del estrés y socialización. Los beneficios del deporte no sólo están relacionados con lo físico sino también con lo psicológico. En ambos casos, mantener una “apropiada” actividad deportiva puede contribuir a mantenerte saludable. La osteoporosis, un trastorno en el que los huesos se debilitan y se vuelven quebradizos, es una posible complicación de la EII.
El hecho de que tengas un diagnóstico de EII no implica que no puedas realizar ejercicio con frecuencia. Lo importante es atender tu estado de salud, sabiendo que según la etapa (remisión o brote) en la que te encuentres deberás graduar el nivel de exigencia física. Siempre es recomendable que lo dialogues con tu médico tratante.
En etapas de remisión un ejercicio físico moderado es recomendable. La oferta es muy amplia según las afinidades y destrezas de la persona. Stretching, caminatas, natación, ciclismo, golf entre otros. Incluso muchas personas con EII llevan adelante diversas actividades de alto rendimiento regularmente.
En aquellos otros momentos en los que notes una recaída o brotes de la enfermedad, deberás disminuir la actividad física hasta tanto puedas controlar nuevamente tu estado de salud.
Si bien en ciertas ocasiones, un brote de la EII, puede provocarte dificultades para desarrollar tu actividad física, no significa que debas abandonarla para siempre. Cuando se presente esta situación, deberás discutirlo con tu médico tratante, para que él pueda determinar la intensidad de la actividad, su interrupción o consejo según tu situación de salud.